Al rescate de la memoria glaciar de la Tierra
Este artículo fué publicado en el Tiempo de Colombia. Leer original aquí.

Trajes espesos, chaquetas gruesas, botas de invierno calzadas en crampones, gorros y guantes reemplazan la bata de laboratorio cuando el trabajo es a la intemperie, en medio de una fuerte nevada.
A más de 6.300 metros de altura sobre el nivel del mar, en los Andes bolivianos, una cuadrilla de 15 científicos de Francia, Bolivia, Rusia y Brasil, con la cara cubierta y faltos de oxígeno, perforan cuidadosamente el hielo para extraer cientos de metros del glaciar Illimani, guardián de La Paz.
La tormenta arrecia y solo logran extraer dos cilindros, de aproximadamente 137 y 134 metros de longitud; tesoro invaluable que permitirá a los científicos hacer un viaje en el tiempo: los expertos estiman que el sitio preserva hasta 18.000 años de archivos ambientales.
La ardua y peligrosa tarea llevada a cabo por la colaboración internacional Ice Memory, entre el 22 de mayo y el 18 de junio, requirió varios días de adaptación fisiológica al páramo en una base campamento a 4.500 metros. Varios turnos fueron necesarios para el ascenso a la cumbre del glaciar, imposible de alcanzar en helicóptero, y la delicada operación de extracción del hielo.
Entre las dificultades para el transporte de las muestras, la principal está en que los cilindros de hielo extraído no se pueden derretir, no pueden perder su estructura. El hielo encierra información del clima de la zona que se fue, literalmente, apilando por capas durante la formación del glaciar.
Los núcleos de hielo fueron cortados in situ, bajados en las espaldas por la ladera escarpada, almacenados en refrigeradores portátiles en el campamento y transportados por tierra hasta La Paz. “Es una locura, en ocasiones hay que transportarlos de noche para que no se derritan”, dice la doctora en química analítica Ana Rita Cristiano, científica de una de las empresas que colaboran con Ice Memory. Las muestras preciosas del monte Illimani serán llevadas al Laboratorio del Instituto de Geociencias del Medio Ambiente (IGE), en Grenoble (Francia).
Con sede en la Antártida
El objetivo más importante del proyecto Ice Memory es la creación de la primera gran biblioteca de núcleos de glaciares de diferentes zonas de todo el mundo amenazados por el calentamiento global.
El vasto desierto azul antártico, cuyas temperaturas oscilan entre -54 °C en verano y -84 °C en invierno, ofrece el ambiente ideal natural para preservar la memoria del clima de la Tierra atrapado en las páginas heladas de la historia de los glaciares y permitir que futuras generaciones de científicos puedan reconstruir escenarios globales de la evolución de la atmósfera de la Tierra.
En esta primera etapa se proyecta llevar por barco a la Antártida uno de los cilindros extraídos del Illimani, junto con otros dos que fueron sacados en el 2016 del macizo Mont Blanc, en los Alpes franceses.
La primera ocurrió en Col du Dôme, Mont Blanc, en los Alpes franceses, en agosto del 2016.
La colaboración Ice Memory reúne decenas de especialistas en núcleos de hielo, químicos y glaciólogos de Brasil, Rusia, Japón, China, EE. UU. y de varios países de Europa.
El espectacular proyecto es coordinado por la Fundación Universidad de Grenoble Alpes, el Instituto para la Investigación y el Desarrollo Francés y la Universidad de Venecia, y en él participan diversas instituciones de todo el mundo, como la Unesco, y empresas privadas.
Es una carrera contra el tiempo: los glaciólogos observan una vertiginosa pérdida de volumen de hielo en los glaciares como consecuencia del cambio climático. Se estima que los glaciares de los Alpes por debajo de los 3.500 metros de altura y de los Andes por debajo de los 4.500 desaparecerán completamente para finales del siglo XXI. Esta inquietante proyección propulsó la activación de este plan de emergencia para el rescate de muestras del invaluable patrimonio helado.
No es para menos: los glaciares preservan la información sobre la evolución de las precipitaciones, incendios forestales, emisiones de gases de origen artificial y natural.
Una narración sobre el pasado y presente de la composición atmosférica está grabada en las moléculas de agua, en las impurezas, en los compuestos orgánicos y en los gases de efecto invernadero disueltos en el hielo.
Todo ese testimonio del clima del pasado se perdería para siempre sin remedio cuando los casquetes andinos y alpinos se derritan, si no se rescatan muestras a tiempo.