La confección del cosmos
“Entonces se agotó mi paciencia, y como tenía prisa por comenzar a desmontar el motor, garabateé un dibujo. Y exclamé:
Esto es una caja, el cordero que tu quieres está adentro”
Antonie de Saint-Exupéry
Al principio, la esencia era lo pequeño
Demócrito inventó la palabra átomo (ἄτομον) que significa “que no puede cortarse”. “Nada existe, aparte de átomos y vacío” dijo. Su argumento seguía de una observación: “Cuando cortamos una manzana con un cuchillo, el cuchillo ha de pasar por espacios vacíos entre los átomos. Si no hubiese estos vacíos, el cuchillo toparía con los átomos y no podríamos cortar la manzana”. De acuerdo con el filósofo y matemático Bertrand Russell (( Russell, B., “Historia de la Filosofía Occidental”, Séptima edición, George Allen and Unwin Ltd, 1961. )) los átomos de Demócrito eran invisibles, estaban en constante movimiento y los había de diferentes “tipos”, tamaños y formas. 2400 años después, seguimos especulando. Es evidente que la concepción de la estructura fundamental de la materia ha sufrido una evolución que, sin duda, obedece a la interacción entre teoría y experimento. El componente físico que desde tiempos de Dalton (siglo XVIII) llamamos átomo, cuya estructura hemos logrado descifrar con éxito en la modernidad, está muy lejos de representar el constituyente más elemental. Sin embargo, hemos decidido no cambiar el nombre. Una realización contemporánea de la hipótesis atómica al estilo de Demócrito se encuentra, por ejemplo, en la teoría de cuerdas. Aun no estamos en capacidad de hacer experimentos que nos permitan verificarla. Lo que sí sabemos, en el marco de los conocimientos de física que hemos acumulado hasta el momento, es que parece haber un límite para su pequeñez y ese límite se llama la distancia de Planck, concepción que explico más adelante. (more…)